COLABORADORES DE ALTURA: LA UTILIDAD DE LOS SATÉLITES EN EL CICLO DEL AGUA

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COLABORADORES DE ALTURA: LA UTILIDAD DE LOS SATÉLITES EN EL CICLO DEL AGUA

Las imágenes satelitales nos sirven para controlar la calidad del agua de los embalses, monitorizar las cubiertas de nieve o detectar movimientos en las presas y en el terreno


Si florecen algas no deseadas en un embalse, las imágenes captadas desde el espacio van a mostrarlo

Por sorprendente que parezca, hemos encontrado un colaborador en el espacio, a 786 kilómetros de la Tierra. Se trata de Sentinel 2A, un satélite con cámara multiespectral que orbita alrededor de nuestro planeta desde 2015. Pese a la distancia, las imágenes que capta son gratuitas y de alta resolución. Tanto es así que ya estamos haciendo uso de ellas en una triple vertiente: para comprobar algunos parámetros representativos de la calidad del agua de los embalses; para detectar movimientos en las presas y el terreno, y para monitorizar el agua acumulada en forma de nieve en las cumbres de la región.

Con las imágenes satelitales disponemos de otro método más para monitorizar los trece embalses que gestionamos en la Comunidad de Madrid y también el de Guadiloba, en Cáceres. Si hay un cambio en la temperatura del agua, una mayor turbidez en una zona concreta o un notable florecimiento de algas no deseadas,  el satélite va a desenmascararlo.

Esta técnica no sustituye a la habitual toma de muestras, pero tiene gran utilidad, pues nos permite conocer mejor la dinámica de nuestros embalses.  Por ejemplo, gracias a las imágenes vía satélite podemos comprobar hasta dónde llegan los sedimentos arrastrados por una avenida de agua, detectar la irrupción de un conjunto de algas o conocer de qué manera se comportan las corrientes de agua en un trasvase.

Al margen del control superficial de la calidad del agua, las imágenes satelitales tienen más aplicaciones, como poder medir los pequeñísimos desplazamientos que se producen en las presas, un complemento extra a las tradicionales labores de auscultación.

Pero no solo las presas pueden llegar a sufrir desplazamientos milimétricos; también el terreno, especialmente en zonas donde se extraen aguas subterráneas. De hecho, mediante sensores y radares, los satélites muestran las pequeñas deformaciones que puede padecer el suelo cuando se extrae agua de un acuífero o cuando se recarga.

Y aun es posible destacar otra utilidad más de los satélites aplicada al ciclo del agua: combinando las imágenes ópticas y de radar emitidas por el Sentinel 2A, podemos cuantificar el volumen de nieve acumulada en los sistemas montañosos y prever la evolución de ese manto nivoso, que en algún momento terminará por fundirse y descender hacia las cuencas hidrográficas. Es la prueba definitiva de que toda ayuda es bienvenida, aunque sea desde la lejanía del firmamento.