VOLANDO EN EL SUBSUELO: DRONES HECHOS A MEDIDA PARA RECORER LAS REDES DE ALCANTARILLADO

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VOLANDO EN EL SUBSUELO: DRONES HECHOS A MEDIDA PARA RECORRER LAS REDES DE ALCANTARILLADO

En Canal de Isabel II utilizamos vehículos autopilotados para inspeccionar grandes conducciones de aguas residuales y así reducir los riesgos laborales de los operarios; las imágenes que graban se analizan posteriormente con la ayuda de la inteligencia artificial para encontrar desperfectos en la red de saneamiento


Su autonomía es de casi media hora y puede recorrer hasta 1.500 metros en un solo vuelo

La red de alcantarillado de la Comunidad de Madrid es un sinuoso recorrido de arterias, galerías y colectores que supera los 15.000 kilómetros de longitud. Puestos en línea recta, estas conducciones llegarían hasta Australia. La gran mayoría son de reducido tamaño y solo pueden examinarse mediante robots controlados remotamente desde la superficie, pero hay unos 2.500 kilómetros de conducciones que sí tienen las dimensiones suficientes como para visitarse. O, mejor dicho, para poder ser inspeccionadas por operarios

Que estos colectores sean "visitables" no quiere decir que resulte agradable adentrarse en ellos. "La accesibilidad al alcantarillado es complicada, la luz escasea, el pavimento es resbaladizo y puede haber acumulación de gases nocivos", apunta nuestro compañero de I+D+i Alejandro Pinilla. Por este motivo, para reducir la peligrosidad de las inspecciones surgió la idea de recurrir a drones autoguiados.

Dado que en el mercado no existían equipos que se adaptaran a las condiciones particulares que exigía este cometido, recurrimos a un procedimiento de Compra Pública Precomercial para dar con la tecnología adecuada. Tras examinar varias propuestas y otros tantos prototipos, “nació” el dron definitivo: un equipo autónomo, autopilotado, robusto y estable. Y que, además, proporciona imágenes de alta calidad del alcantarillado.

Con una autonomía de casi media hora, el vehículo puede recorrer distancias de hasta 1.500 metros en un solo vuelo, aunque habitualmente cubre trayectos más cortos. «Solemos hacer tramos de entre 500 y 800 metros», aclara Pinilla. ¿Y qué ocurre si hay fallos o complicaciones en el trayecto? En tal caso, el sistema de seguridad redundante del equipo permite recuperarlo fácilmente.

Una vez programada la ruta, el dron está preparado para realizar el vuelo de forma autónoma. Aun así, es capaz de esquivar los obstáculos que se encuentra por el camino. En su recorrido, graba imágenes en alta resolución que, posteriormente, en la oficina, se analizan en busca de defectos y obstrucciones en la red. «Podemos medir fisuras con una precisión de milímetros», detalla Pinilla. 

El diagnóstico de la inteligencia artificial 

Al visualizar las imágenes captadas en la red de saneamiento, no solo es el ojo humano el que detecta anomalías, desperfectos o roturas; la inteligencia artificial también tiene mucho que decir en el diagnóstico de galerías y colectores. Los programas de análisis informatizados aportan resultados automatizados, objetivos y fiables.

Para interpretar las imágenes con precisión, la IA solo necesita que el vídeo tenga calidad suficiente y que el dron que se desplaza grabando las conducciones lo haga a una velocidad constante. Si se dan esas premisas, la herramienta puede generar un informe fiable sobre el estado de las conducciones, e incluso reflejar las actuaciones correctivas necesarias en cada tramo de red.

Después de haber contrastado los informes generados con la ayuda de la inteligencia artificial, nuestros técnicos no dudan del potencial de la tecnología y de su posible simbiosis con los recursos audiovisuales filmados por el dron. La combinación de ambos sistemas ahorra tiempo, optimiza costes, logra estandarizar el análisis de los desperfectos y, por encima de todo, elimina los riesgos laborales de los operarios.